Mensaje Dominical del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 7 de mayo de 2023
mayo 7, 2023Voz del Pastor
Jesús, camino que nos lleva a Dios como Padre
San Juan 14, 1-12: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”
Las lecturas de este domingo nos centran en una Iglesia muy humana, con sus problemas, con sus deficiencias y con sus limitaciones, pero que está buscando construirse y sostenerse en Cristo. El libro de los Hechos venía presentando a las primeras comunidades de una forma idílica: con un solo corazón, con una sola alma, compartiendo y viviendo en una armonía que al contrastarla con nuestras propias comunidades nos producía un cierto desencanto. Las primeras comunidades también sufren estas mismas limitaciones y hoy en la primera lectura se nos muestra un pequeño ejemplo de lo que sucede en ella: hay divisiones a causa de preferencias, de atenciones mejores a unos que a otros y, en el fondo, la división de dos grupos: los helenistas y los judaizantes, que no acaban de aceptarse. Pero en la oscuridad siempre aparece un rayo de luz.
La solución es aportar luz a esas dificultades y resolverlas teniendo muy en cuenta a cada una de las personas. Las crisis y dificultades también son oportunidades para nuevas expectativas. Así, de la fuerte división y los cuestionamientos, nacen “los diáconos” como una expresión de servicio y de unidad. Buscando priorizar las necesidades, a ellos se les encomienda el servicio de las mesas, pero no se les excluye, como lo comprobamos en las narraciones posteriores, de la predicación de la Palabra. De una grave dificultad, brotó una gran riqueza.
Como Iglesia estamos viviendo el Sínodo (hacer caminos juntos) para revisarnos, dialogar y para ver cómo la Iglesia hoy puede ser servidora y cómo está realizando su servicio y puede hacerse presente en las situaciones de frontera y dificultad. Hay una gran riqueza en muchas de nuestras diócesis de personas que aportan un servicio desinteresado, más cercano a las familias y llegan a ambientes y situaciones que otros agentes no han podido acercarse. Los laicos comprometidos no sólo son una solución a la escasez de sacerdotes, son una expresión de la Iglesia que a ejemplo de Jesús quiere ser servidora.
Cuando contemplamos las deficiencias humanas tendemos a desalentarnos, a alejarnos y a quedarnos en la distancia, San Pedro nos propone todo lo contrario: “Ustedes son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo… por medio de Jesucristo”. Y vaya que si Pedro sabía a quiénes se dirigía: personas humanas, con defectos, ambiciones y limitaciones. Él mismo, con gran dolor, había comprobado lo frágil que es la persona humana. Sin embargo, nos urge a acercarnos a Cristo, unirnos a Él, estrecharnos para formar una construcción. No se trata de “aislarse” en la intimidad con Jesús, sino de entrar a formar parte de la construcción teniendo a Cristo como piedra angular.
El cristiano no vive angustiado
En medio de la oscuridad y las dificultades Jesús nos previene: “No pierdan la paz”. El verdadero discípulo encontrará armonía interior aun en medio de las dificultades. Y cuando Felipe le pide que le muestre al Padre, lo invita y nos invita a que lo descubramos precisamente en las acciones que Él hace. Jesús encuentra la forma de hacerse cercano a los pequeños, de alentar a los decaídos, de comer con los publicanos, de perdonar a los pecadores, de dar de comer a los hambrientos… y un largo etcétera que nos llevaría precisamente a encontrar luz en los lugares que parecen más oscuros. Donde parece que hay más muerte, Jesús logra descubrir el rostro de la vida; y donde parece que todo está perdido, nos lleva a encontrar la gran manifestación del amor de Dios. Indudablemente que las palabras del Evangelio hoy tienen una gran fuerza porque en medio de la oscuridad parecemos perdidos. Hoy también a nosotros nos dice que Él es el camino, la verdad y la vida y que si lo vemos a Él también descubriremos el rostro del Padre.
¿En medio escándalos y dificultades somos capaces de descubrir el rostro de Dios? ¿Estamos dispuestos a integrarnos en un solo templo y a aceptar la cercanía y la incorporación de los hermanos? ¿Cómo reaccionamos nosotros ante los problemas y las divisiones? ¿Somos capaces de servir como Jesús?