Mensaje dominical del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 10 de septiembre de 2023

Mensaje dominical del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 10 de septiembre de 2023

septiembre 10, 2023 Desactivado Por Opinión Bajío

Ante la inseguridad, la violencia y la corrupción suenan actuales y urgentes las palabras dirigidas a Ezequiel: “te he constituido centinela de la casa de Israel”, que unidas a las palabras de Jesús respecto a la corrección fraterna nos dan pistas muy valiosas para el momento presente.

A Ezequiel no se le confía el cargo de policía o de flamante “guardia nacional” en la lucha contra todo mal. No, Ezequiel no es un guardián que cuide el orden y que deba corregir y detener a criminales. Su misión tiene un sentido más profundo, es la responsabilidad de un hermano preocupado por su hermano. Alguien que lo cuide, lo proteja, lo alerte y lo acompañe.

No lo constituye el Señor en guardián que persiga a sus hermanos juzgando sus acciones y haciéndoles la vida imposible. Esas funciones con frecuencia las adoptamos nosotros y somos capaces de juzgar hasta lo que no sucede y de condenar a los demás sin conocer sus verdaderas intenciones.

El centinela es como un faro en la oscuridad: tiene que estar siempre allí para prevenir, para proteger, para iluminar. El centinela, igual que el faro, tiene la obligación de alertar, de hacer sonar su sirena, y no podrá estar tranquilo hasta que despierte la conciencia del otro.

Un barco que se estrella contra los acantilados es el peor fracaso del faro. El hermano que se destruye o destruye la comunidad no solamente es culpa suya, también es responsabilidad nuestra. La misión es clara: no podemos actuar por el otro, no podemos hacer las tareas del hermano, pero sí tenemos que despertar la conciencia.

No puedo hacer la tarea del otro, pero sí puedo despertar su responsabilidad. Cuando es más densa la oscuridad y cuando arrecia más la tormenta, entonces aparecen con mayor claridad y son más valiosas las luces del faro. El faro simplemente ilumina, llama y conduce.

Abre caminos para el que se sentía perdido, renueva la esperanza del que ya no tenía ganas de luchar.

El centinela tendrá que ayudar a descubrir los pequeños gérmenes de verdad, los indicios de justicia y las luchas nobles por la paz. Tendrá que despertar esperanza y alentar los esfuerzos sinceros por el bienestar de la comunidad.

Como a Ezequiel, a cada uno de nosotros se nos confía esta misión. Es cierto que dentro de la Iglesia y de la sociedad hay personas que tendrían una mayor obligación de cumplir esta tarea, pero todos tenemos la responsabilidad de ser centinelas que ayuden a señalar, a conducir y a encaminar.

No podemos adoptar la actitud de Caín cuando se le pregunta por Abel: “¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”. Todos tenemos la obligación del amor por el hermano.

Jesús, centinela de la humanidad

Dentro de la comunidad nadie puede vivir aisladamente y a todos nos toca ser responsables del caminar de la comunidad. Cristo lo expresa de una manera muy bella al manifestar que cuando dos se ponen de acuerdo para pedir algo seguramente lo lograrán.

Cuando se rompe la coraza del individualismo y se unen los esfuerzos para buscar el bien común, se alcanzan objetivos nunca soñados. En cambio, cuando cada quien persigue sus propios intereses, se va minando la confianza, se destruye la fraternidad.

El mejor ejemplo de corrección fraterna es el mismo Jesús. Pensemos cómo actuó con la samaritana, no la condenó, la escuchó, le ofreció su agua, su luz y le ayudó a descubrir el manantial que llevaba adentro. Recordemos a Zaqueo, tampoco lo condenó, simplemente lo trató con dignidad y le ofreció la posibilidad de alcanzar una vida mejor.

Cristo es como un faro, como una luz, no hace daño a nadie, pero sí manifiesta abiertamente la realidad. No está de acuerdo con la injusticia, la denuncia, pero no condena, sino que ofrece caminos de luz.

¿Asumimos nuestra responsabilidad frente a la comunidad? ¿Proponemos y nos comprometemos o solamente criticamos y destruimos? ¿Cómo resolvemos los conflictos en la familia, en los grupos y en la sociedad? ¿Educamos para la reconciliación, el perdón y la paz?