«En una tarde de marzo», el análisis de Alcántara Soria
marzo 16, 2025Bienvenidos todos y cada una a esta tarde de marzo. Hace 70 años, una tarde de marzo, nací. Es ocasión de alegría y gratitud: por la vida, la familia, los proyectos que me han animado. Y por el amor de amistad que me enlaza a ustedes.
Soy afortunado por la madre que me parió, hoy estupenda, con 103 años. Y por mi padre, quien me templó para afrontar el destino con sentido del honor. Nos legó también un sentido de pertenencia y de deberes, como el de cuidar “la casa de nuestros padres en perpetua construcción”, la Patria.
Me dieron unos hermanos que atesoro, al igual que a mis hijos, Pablo, Elia, María y su esposo Diego, hoy empeñados en sus propios proyectos de vida.
Soy privilegiado por los amigos logrados. Antoine de Saint Exupéry, el de El Principito, define el amor como “el ver juntos en la misma dirección”. Con ustedes he visto en la misma dirección en diferentes tramos de la vida. Me acompañan hoy compañeros de la primaria y secundaria en el Colegio marista: Salvador Urquiza, Julio Aguilar, Sergio Covarrubias, Toño Revilla, Miguel Ángel Vázquez, Chava Guerrero. Nuestros maestros de entonces dibujaron la partitura de nuestro futuro. Amigas de entonces, Tita Aguilar y Ma. Elena Alarcón.
De mis alumnos en la Libre, aquí Beatriz Léycegui y Alan de Rosenzweig, artistas, además. De la Universidad de Guanajuato, Gustavo Rodríguez Junquera. Vimos en la misma dirección, en la Procuraduría de Justicia del Estado, con José Luis Colina y en el desarrollo organizacional, con Javier Cordero. En la 57ª. legislatura federal, con Paty Espinosa y Fernando Castellanos, aquí.
En la Subprocuraduría de la PGR y en el secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública me aguantó Pepe Ramos, Paco Camberos y José Luis. En la Fundación Comunitaria del Bajío vimos oportunidades de servicio a comunidades rurales, donde pase la estafeta de la presidencia a Marcelino Balboa Guerra.
En la formación del Patronato del Conservatorio de Música nos acompañaron Santiago Gandarillas, Ricardo Ortiz, Luis Herman, hoy al piano. Formamos una consultoría en temas de seguridad con Orbelín Pérez y nuestro amigo recién fallecido, Jorge Lara Rivera. Ahora comparto visiones profesionales con Marcelino Balboa hijo.
Vimos juntos en la defensa del INE, del poder judicial, de la democracia, de la candidata Xóchitl Gálvez, con Carlos Navarrete, Beatriz Léycegui, Hugo Villalobos, José Ángel Córdova y Jorge Américus, hoy de viaje. De esa visión ciudadana participaron Paty, Rosa María Rojas, Ricardo Ortiz. Entre otros.
Los toros los seguimos viendo con Fernando (varias veces en Sevilla, donde armamos la tremolina con la voz de Juan Ibáñez, siguiéndonos la Orquesta de la Real Maestranza en calles aledañas); en Aguascalientes con Enrique Rangel y Katy, hospitalarios. Aquí con Miguel Ángel Contreras y Gerardo Álvarez. Son generosos amigos también Pablo Marina, Eduardo San Martín y Sergio Charbel Olvera.
En esta travesía la educación musical que mi madre impulsó con el piano desde los cinco años me ha sido determinante. En la adolescencia, el piano ha sido sangre, nervio, emoción. Aprendí entonces que rollo y piano matan carita, a veces. Esta tarde de marzo los invito a vernos como integrantes de una gran orquesta, bajo la dirección de Luis. Que aflore la bohemia.
Aristóteles escribió que la perfección del cuerpo se alcanza a los 35 y la del alma, a partir de los 50. Estamos a tiempo. Ser joven no es ni mejor ni peor. Pero pensar años después en cuando éramos jóvenes puede ser bueno. Recordamos cómo nos divertíamos entonces, pero se nos olvida el miedo a no gustar.
“En esta época de desmedido culto a la juventud, vivimos angustiados por la calvicie o la celulitis. A pesar del terror que inspiran los quirófanos, crece la obsesión por cirugías que prometen borrar los surcos de la carne y recuperar su tersa adolescencia. Hoy parecemos ignorar que puede haber amor donde no hay belleza y que puede haber belleza donde no hay juventud”, nos dice la gran escritora Irene Vallejo.
En la antigua Roma el año comenzaba en marzo. La primavera delimitaba, entonces, el paso al tiempo nuevo.
Que esta tarde de marzo, amor y belleza, música y poesía abran un tiempo gozoso para todos y cada una.