Mensaje de Pentecostés del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 28 de mayo de 2023

Mensaje de Pentecostés del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 28 de mayo de 2023

mayo 28, 2023 Desactivado Por Redacción

En la preparación de su Confirmación se les pidió a unos jóvenes que expresaran qué significa para ellos el Espíritu Santo y se dejó a su imaginación y a su inventiva que en equipos buscaran la forma de presentarlo. Una variedad impresionante de imágenes: el agua fertilizando un desierto; el fuego que consume y es fuerza; el viento que penetra y da vida; la brisa, el rocío, la energía; la palabra y la lengua que comunica y une; el soplo que infunde vida; la paloma símbolo de paz y de armonía; y muchos otros signos más.

Algún niño, admirado ante tantos símbolos e imágenes expresó: “¿Y todo eso es el Espíritu Santo?” Una de las jóvenes muy ufana contestó: “Todo eso y mucho más”.

Quizás para muchos de los cristianos ha quedado una idea muy pobre de lo que es el Espíritu Santo y se reduce a las respuestas lacónicas del catecismo donde afirmamos: “Sí, el Espíritu Santo es Dios”, y a una imagen poética y bella donde aparece como una paloma en medio del Padre y del Hijo.

Todas las imágenes con las que representamos al Espíritu Santo quedan muy limitadas y pobres para expresar el dinamismo y la fuerza que significa su presencia. Basta recordar la escena que hoy nos narra el libro de los Hechos de los Apóstoles para comprender que el Espíritu es mucho más.

La pequeña comunidad se encontraba en silencio, temerosa, con las puertas atrancadas, con el ánimo cortado y con las esperanzas muy disminuidas, y entonces irrumpe el Espíritu “como un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa”.

Espíritu Santo, despierta nuestra esperanza

Nuestro grito hoy debería resonar muy fuerte: “¡Ven, Espíritu Santo, fuerza y energía!”, porque los cristianos se encuentran cansados y sin aliento y no están dispuestos a recorrer el camino de Jesús. Necesitan tu vigor y dinamismo para abrirse a los nuevos horizontes donde la muerte y la violencia han asentado sus leyes.

Muchos discípulos han perdido la esperanza y necesitan nuevas ilusiones para superar todos sus miedos. El llanto se escucha en nuestros hogares, hay jóvenes perdidos y sin ilusión. Ven, despierta nuestra esperanza, alienta nuestros pobres intentos. Queremos ser una Iglesia viva y atenta a los gemidos inenarrables con los que te expresas en todos los hombres y en todas las mujeres. Sin Ti, nuestra Iglesia se queda reducida al pobre barro sin vida.

“¡Ven, Espíritu Santo, bálsamo y consuelo!” porque los hombres y las mujeres viven en tristeza y en dolor, han perdido la alegría. Que tu fuego encienda nuestro entusiasmo y que lejos de apagarse el deseo de vivir, se renueve y brote con energía. “¡Ven, Espíritu Santo!”, ilumina los senderos oscuros y muéstranos las luces necesarias para descubrir los nuevos caminos que lleven a la luz plena.

“¡Ven, Espíritu Santo, lenguaje y palabra!”, porque las fronteras, las discriminaciones y las diferencias han dividido a los pueblos. Los hombres ya no se llaman hermanos y se miran como rivales y enemigos. Reúnenos en un solo pueblo donde se superen las divisiones y donde la Palabra y el Amor de Dios Padre nos unan.

Que sea posible respetarnos descubriendo, más allá de los rostros y los vestidos, a personas con derechos, con oportunidades, con dignidad. Que sea posible encontrar reconciliación, paz y armonía.

“Ven Espíritu Santo, ¡Padre de los pobres!” porque los desheredados se sienten huérfanos y perdidos, porque por un mendrugo de pan quieren comprar sus conciencias, porque tienen que vender cuerpo y alma para poder subsistir, porque se sienten engañados y olvidados.

Renueva sus ilusiones y alienta sus deseos, muéstrales que es posible construir el reino que inspiraste a Jesús y que hoy tenemos que hacer realidad.

En este Pentecostés nuestra oración se convierte en un fuerte grito suplicando la venida del Espíritu Santo que es “fuente de todo consuelo… pausa en el trabajo, brisa en un clima de fuego; consuelo en medio del llanto”.

También para nosotros son las palabras de Jesús: “Reciban al Espíritu Santo”.