Mensaje dominical del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 4 de junio de 2023

Mensaje dominical del Obispo de Irapuato Enrique Díaz. 4 de junio de 2023

junio 4, 2023 Desactivado Por Redacción

Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, nos acercamos a la esencia misma de Dios que el mismo Jesús nos descubre en sus afirmaciones: Dios uno y Trino. 

Si Dios da su nombre a Moisés es para asegurar su presencia continua, fiel y muy cercana a su pueblo. “Dios es el que es”, que esto es lo que significa su nombre, encierra una profundidad que los Israelitas al mismo tiempo perciben como un misterio y como una cercanía.

El Dios de sus padres, que ha bendecido y acompañado a los patriarcas, se manifiesta ahora cercano y presente, sosteniendo y animando a su pueblo en su esclavitud, en su dolor, en su liberación y en sus esperanzas.

Pero Jesús nos viene a descubrir mucho más, viene a manifestarnos que Dios es Trinidad. El Dios Trino es la característica distintiva del cristianismo. Cambia una imagen de un Dios individualista y solitario por la del Dios de la vida, de relación, comunitario y amor.

Aunque todas las palabras y las imágenes nos resulten ahora inadecuadas para expresarlo, la realidad de un Dios Trinidad nos lleva a una forma nueva de entender a Dios y su relación con las personas. Cristo nos lleva a esta dinámica y nos inserta en este misterio, más con su forma de actuar que con sus palabras. Nunca se puso a explicar filosófica o teológicamente las relaciones que había entre Él y su Padre Dios, pero las manifiesta igual que un niño habla de su papá, mamá y hermanos, y vive el sentido de familia.

Así también Cristo nos inserta en esta dinámica de amor en la Trinidad.

Jesús nos dice que Dios es Padre, y cada vez que habla de Él así lo nombra, y cada vez que se dirige a Él, también así lo llama, y siempre se siente el enviado a cumplir su voluntad y a descubrir su misterio.

Lo grande de esta revelación es que no solamente hay esta relación con Jesús, sino que nos invita a participar de esa filiación. Somos hijos de Dios Padre con Jesús.

Hermanos de todos

El Hijo es regalo y participación. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo único, para que todo el que crea en Él, no perezca”. Son palabras que nos muestran la grandeza del amor del Padre, pero son también palabras que nos muestran la grandeza de la misión del Hijo.

Con Jesús nosotros podemos sentirnos y ser hermanos. Jesús es la muestra palpable del amor del Padre y nos enseña cómo somos amados y cómo podemos amarnos siendo hermanos. El hombre no es un lobo solitario que tiene que luchar contra todos para subsistir. El hombre está llamado a la fraternidad en el mismo sentido que la vivió Jesús: haciéndose igual que los hermanos, sirviendo a los más débiles, anunciando su Evangelio, dando la vida y dando vida.

Es la misión de todo discípulo que quiere parecerse a Jesús su hermano mayor.

Nada mejor para expresar el amor que el Espíritu Santo: es amistad, es comunión, es participación, es fuerza y dinamismo. Es maravilloso constatar como toda la vida de Jesús se mueve por “impulso del Espíritu”, desde su encarnación hasta su misión final.

Cada momento es vivido con una fuerza extraordinaria por el Espíritu. El Espíritu sigue animando y dando fuerza a su Iglesia. Y lo más hermoso de todo es que no podemos arbitrariamente separar las acciones del Padre, del Hijo y del Espíritu. La Trinidad la entendemos como una circulación del amor, la danza trinitaria de unas Personas en las otras, todo pasa de una Persona divina a otra de manera recíproca.

Y más impresionante aun es que nosotros somos invitados a participar de esa misma vida divina trinitaria. Sabernos hijos amados del Padre, hermanos predilectos de Cristo Jesús el Hijo, y templos llenos de la fuerza y el dinamismo del Espíritu.

Hoy, al celebrar a la Santísima Trinidad, debemos cuestionarnos seriamente si somos esa imagen de amor, de entrega y unidad que es nuestro Dios. Si hemos vencido los miedos, ambiciones y discriminaciones hacia los hermanos que también son hijos del mismo Padre, hermanos del mismo Jesús y templos del mismo Espíritu.

Es un gran cuestionamiento también sobre la forma de educar y vivir en la familia. La Santísima Trinidad es el modelo de educación, integración y amor familiar.