Mensaje dominical del Obispo Enrique Díaz. 1 de diciembre de 2024

Mensaje dominical del Obispo Enrique Díaz. 1 de diciembre de 2024

diciembre 1, 2024 0 Por Opinión Bajío

Adviento es ese tiempo de gozosa espera que se vive como un movimiento, como un dinamismo y como un gozo. Sin embargo, en este primer domingo la lectura de San Lucas podría infundirnos pavor y desanimarnos en nuestro camino. Anuncia con signos catastróficos en el sol, la luna y las estrellas que ya está cerca el día del Señor.

Pero no se trata de manifestaciones que nos permitan calcular con anticipación el momento de la Venida del Señor, pues son acontecimientos que se han dado y se seguirán dando en diferentes partes. No podemos quedarnos solamente en estos signos “preparatorios” o indicativos de la Venida del Señor. Lo más importante y que nos debe motivar es que: “Verán venir al Hijo del Hombre”, y es entonces que se acerca la hora de la liberación.

Cristo utiliza muchas imágenes para hacernos entender cuál es la verdadera actitud del discípulo: “pongan atención, levanten la cabeza, estén alerta”. No nos dice que no habrá dificultades, no nos dice que el camino será fácil, pero nos invita a que levantemos la cabeza.

Jesús nos lanza a aventurarnos en su búsqueda y espera. No podemos permanecer estáticos porque “huele a miedo”. Cuando la violencia y la inseguridad nos circundan, cuando hay gritos de dolor y angustia, una de las tentaciones mayores es la de huir, correr, hacernos los desentendidos y esconder la cabeza. Cristo nos propone otro camino: enfrentar las situaciones difíciles con la cabeza en alto, con vigilancia y estando alerta.

Siempre será una mejor solución enfrentar las dificultades que no hacer nada. Quedarse de brazos cruzados es la peor de las soluciones. Me impresiona la lectura de Jeremías, un profeta que con frecuencia amonesta al pueblo o lo amenaza con nuevos castigos a causa de su mal comportamiento, pero que hoy proclama palabras de esperanza para el pueblo que está a punto de sucumbir: “Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra… Entonces llamarán a Jerusalén: ‘el señor es nuestra justicia’”.

Cuando todo parece perdido, cuando Jerusalén está a punto de caer en manos del enemigo, el Señor por medio de Jeremías enciende una luz de esperanza para sostenerlos en sus desgracias. Igual, en nuestros días, las palabras del Adviento son una palabra de aliento para todos los que luchan y ponen su esperanza en el Señor.

Si estas palabras de aliento nos ayudan a levantar la cabeza, de ningún modo nos invitan a vivir irresponsablemente el momento presente. No podemos sucumbir al miedo, por eso el Señor nos advierte: “Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente”.

Hay quienes, aun en esta difícil situación, optan por el camino fácil del olvido en los vicios y la embriaguez. Hay quienes quieren hacer olvidar al pueblo su dolor con pan y circo, pero que no ofrecen soluciones integrales y verdaderas. Es preciso tener cuidado con lo que embota el corazón y apaga la esperanza. Es más triste la cruda y más fuerte la caída para quien anda sin precaución.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no-creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: tenemos la seguridad que las estructuras injustas sólo podrán ser removidas del corazón del hombre por el paso del amor de Dios y su justicia. Así que ¡no embotemos el corazón! ¡Llenémoslo de esperanza!

Jesús nos llama a estar alerta, a velar y a hacer oración. Son las herramientas que nos ofrece para hacer este camino de espera. Adviento huele a esperanza, no a temor y angustia. Se nutre de la oración y la vigilancia, unidas al trabajo a favor de los hermanos para que las promesas del Salvador se verifiquen en nuestras vidas.

No esperamos un “nuevo nacimiento físico de Jesús”, pero el memorial de su nacimiento nos ayudará a que realmente nazca en nuestros corazones.

¿Qué suscita en nuestro corazón este tiempo del Adviento? ¿Qué riesgos corremos en estos tiempos: la desesperación, la indiferencia, el conformismo? ¿Cómo nos preparamos para la Navidad?