Mensaje dominical del obispo Enrique Díaz. 15 de diciembre de 2024

Mensaje dominical del obispo Enrique Díaz. 15 de diciembre de 2024

diciembre 15, 2024 0 Por Opinión Bajío

En el evangelio de este domingo, Juan el bautista se nos hace presente con una serie de propuestas muy atinadas que hoy nos ayudarían a superar el estado tan crítico de corrupción e injusticia, no sólo de nuestro país, sino de cada persona en sus relaciones públicas y también privadas.

Para ello retoma las palabras del profeta Isaías con mensajes simbólicos, pidiéndonos enderezar el camino y hacerlo recto para poder ver la salvación de Dios.

Su predicación remueve las conciencias de las personas, que le preguntan: “¿Qué debemos hacer?”; pregunta valiente que refleja un corazón dispuesto que muestra un verdadero interés en cambiar y enderezar los senderos. Juan Bautista retoma los mismos mensajes que habían proclamado los profetas y empieza a enseñarnos lo que verdaderamente hay que cambiar, no sólo para combatir la corrupción sino para aceptar este “Reino” que ya se acerca.

Tener presente al hermano

Lo primero es tener presente al hermano. “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida que haga lo mismo”. Gracias a Dios en este tiempo de Navidad aún se suscitan sentimientos de compartir y de mirar al hermano desamparado.

Pero el Bautista va mucho más lejos: No se trata de un mero dar de lo que nos sobra, ni siquiera el llevar un regalito o una despensa para acallar la conciencia: se trata ir a la raíz de la injusticia y de la corrupción. ¿Por qué hemos llegado a estas situaciones extremas? Porque la codicia se ha adueñado de los corazones, porque al ritmo del dinero danzan muchas personas e intereses, porque hemos traicionado y abandonado a Dios.

Cuando se traiciona a los pobres, cuando se deja morir de hambre a los migrantes, cuando se da la espalda a la viuda, cuando no se atiende al hermano, se traiciona a Dios. La propuesta de Juan es radical, no nos dice que ofrezcamos un poco, dice que compartamos lo nuestro con el hermano.

Es volver a nuestros orígenes, nacimos ambos de Dios, somos hermanos y tenemos los mismos derechos.

Trabajar por la verdadera justicia

En segundo lugar, propone una verdadera justicia: “No cobren más de los establecido”. Ya los profetas habían hablado fuerte contra los comerciantes y cobradores de impuestos. No se condena el comercio ni el cobro de impuestos, se condena el deseo de enriquecerse a costa de los pobres traficando con su libertad, vendiéndoles incluso los peores productos y robándoles su dignidad. Los impuestos nunca deben pesar sobre los que menos tienen para sostener los lujos y los avances de unos cuantos. La desigualdad es el desafío más importante que enfrenta el país. No es que no haya dinero ni recursos, es que están mal distribuidos y se le ha dado más valor al capital que a las personas. Se teme arriesgar los valores y el dinero, pero no se teme poner en grave riesgo la salud, la educación y la vida de los más pobres. A nivel personal pero también a nivel institucional, hoy también para nosotros el Bautista tiene una palabra.

Buscar la rectitud en las leyes

En tercer lugar, propone la rectitud de la ley: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”. Nuevamente Juan se hace eco de los profetas. De la administración de la justicia dependen los bienes e incluso la vida de muchas personas. Pero los profetas condenan la forma en que funcionan.

Es frecuente la denuncia de soborno que lleva a absolver al culpable y a condenar al inocente. La codicia lleva al perjurio, al desinterés por las causas de los pobres e incluso a explotarlos con la ley en la mano. Los profetas denuncian la manipulación de la ley que lleva a excluir a los débiles de la comunidad jurídica, a robar a los pobres la reivindicación justa, a esclavizar a ignorantes y viudas, y a apropiarse de los bienes del huérfano.

Muy pocas palabras tendríamos que cambiar para hacer actuales las palabras de los profetas y hoy el Bautista nos invita también a nosotros, a cambiar y a descubrir lo que hay en nuestro corazón.

Las respuestas a sus oyentes son respuestas que debemos escuchar, asumir y aplicar cada uno de nosotros. Son indicadores muy concretos de nuestra conversión y de nuestro acercamiento al Señor.

Son la forma verdadera de preparar el camino del Señor: retomar la fraternidad, buscar la verdad y la justicia, construir un mundo de paz. ¿Cómo podemos hacer nuestros los caminos que propone el Bautista?